Historia de españa selectividad resumidos

Significado falangista
En este estudio pretendemos describir la selectividad educativa de una serie de grupos de inmigrantes llegados recientemente a Europa Occidental. Utilizamos el término geográfico de forma bastante amplia para referirnos a una selección de países europeos que en las últimas décadas se convirtieron en importantes destinos para los inmigrantes. En el pasado inmediato, algunos de estos países incluso se convirtieron en sociedades receptoras cruciales en todo el mundo, con tasas de inmigración que superaban las de los destinos clásicos (OCDE, 2016). Basándonos en las fuentes de datos disponibles, podemos estudiar la selectividad de los inmigrantes en Inglaterra, Alemania, Irlanda, Países Bajos y España.
Alejándose de las definiciones de selectividad basadas en grupos para acercarse a una definición a nivel individual y, por tanto, a una conceptualización más directa de la selectividad, Ichou (2014) introdujo una medida que indica la posición relativa del inmigrante individual en la distribución educativa del país de origen. Esta perspectiva a nivel individual reconoce explícitamente que un grupo de origen puede consistir en proporciones variables de individuos seleccionados tanto positiva como negativamente. De hecho, los grupos de inmigrantes suelen estar formados por individuos que cubren todo el espectro de selectividad, en lugar de por individuos que se concentran en un extremo o en torno a un determinado valor de ese espectro.
Primera república española
Los investigadores se han planteado cuestiones sobre la recuperación de situaciones traumáticas como el Holocausto, el bombardeo de Hiroshima, la guerra de Vietnam o las masacres fratricidas en Yugoslavia. Aunque algunos estudios clásicos han identificado aspectos importantes relacionados con la historia y la memoria, existen diversas formas de abordar el pasado, en todas las cuales intervienen intereses, poder y exclusión. La política de la memoria justa con respecto a los crímenes cometidos en el pasado, un debate en el que se han visto implicados diversos ámbitos académicos así como la sociedad en general, depende de procesos de selección y también de elementos que van más allá del alcance de la razón humana. Es necesario encontrar un equilibrio entre la obsesión por el pasado y los intentos de imponer el olvido. Nuestro objetivo, por tanto, es ampliar nuestra comprensión de la historia, la memoria y el olvido, haciendo hincapié en sus límites, así como en sus implicaciones éticas y morales.
1El objetivo de este artículo es investigar los impasses entre memoria y olvido presentes en los debates sobre la preservación y difusión de archivos asociados a conflictos, guerras y periodos de opresión política. El debate sobre la justicia para los crímenes cometidos en el pasado, en el que se han visto implicadas diversas áreas académicas así como la sociedad en general, se ve muy favorecido por los documentos y testimonios, aunque no depende únicamente de ellos. Sin embargo, las sociedades no siempre deciden recordar. Nuestro objetivo, evidentemente, no es dedicar todo este debate al recuerdo y al olvido, sino ampliar nuestra comprensión de estos términos, lo que implica también establecer sus límites.
Segunda República Española
La represión franquista estuvo motivada por la noción derechista de una limpieza social. Esto significaba que la matanza de personas consideradas enemigas del Estado comenzaba inmediatamente después de la toma de un lugar por parte de los nacionalistas[7]: 98 Ideológicamente, la Iglesia Católica Romana legitimaba la matanza por parte de la Guardia Civil (policía nacional) y la Falange como defensa de la Cristiandad[7]: 88-89 [10].
El fin de la monarquía del rey Alfonso XIII (r. 1886-1931) precipitó el golpe de Estado reaccionario del general Francisco Franco (17 de julio de 1936) contra la Segunda República Española (1931-1939), que desencadenó la Guerra Civil Española (1936-1939).
Tras la huida del rey Alfonso XIII (r. 1886-1931), el 14 de abril de 1931 se instauró la Segunda República Española, dirigida por el presidente Niceto Alcalá-Zamora, cuyo gobierno instituyó un programa de reformas laicas,[15] que incluía la reforma agraria,[7]: 22, 25 la separación de la Iglesia y el Estado,[9]: 7 el derecho al divorcio,[6]: 54 el sufragio femenino (noviembre de 1933),[9]: 11 la reforma sociopolítica del Ejército español,[6]: 47 y la autonomía política de Cataluña[7]: 22 y el País Vasco (octubre de 1936),[7]: 223 Las reformas de la sociedad española emprendidas por el presidente Alcalá-Zamora fueron continuamente bloqueadas por los partidos de derechas y rechazadas por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de extrema izquierda. La Segunda República Española sufrió los ataques de la derecha (el fallido golpe de Estado de Sanjurjo en 1932) y de la izquierda (la huelga de mineros asturianos de 1934), al tiempo que soportaba el impacto económico de la Gran Depresión[7]: 21 [16]: 28
Opresión española en Filipinas
Panorama policial: Dos instituciones, ambas dependientes de una Dirección General, tienen encomendada la responsabilidad de la vigilancia policial en España: la Policía Nacional, un cuerpo civil que opera sobre todo en zonas urbanas, y la Guardia Civil, un organismo policial de carácter militar. Ambos dependen del Ministerio del Interior. Las comunidades autónomas, como el País Vasco (Ertzaintza), Cataluña (Mossos d'Esquadra) y Navarra (Policía Foral), han creado sus propios cuerpos policiales, que dependen de sus propios gobiernos autónomos, están desplegados y tienen competencias de seguridad pública sólo en el ámbito geográfico de la comunidad autónoma. La mayoría de los municipios también tienen su propia policía local, cuyas funciones principales están relacionadas con el tráfico urbano, los delitos menores y las pequeñas alteraciones de la seguridad pública. También existe un pequeño organismo policial dentro del Ministerio de Hacienda, denominado Vigilancia Aduanera, que se ocupa de cuestiones aduaneras y de contrabando.
La Policía Nacional española es una entidad civil armada gestionada por la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil, que depende de la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior. Actúa en todas las capitales de las cincuenta provincias españolas, así como en otras designadas por el Gobierno nacional.