¿Cuál es la forma de gobierno en España?
La división territorial de España de 1833 dividió el país en provincias, a su vez clasificadas en “regiones históricas”[1] A esta división siguió (ayudada por la entrada en vigor del Estatuto Real de 1834) la consiguiente creación de diputaciones provinciales, instituciones de gobierno de la mayoría de las provincias, que se mantienen hasta la fecha. Casi todas las provincias conservan de forma aproximada o exacta los límites de 1833[2][3][n. 1] Por el contrario, muchas de las regiones históricas corresponden a comunidades autónomas actuales[2].
Un real decreto de 20 de noviembre de 1833 ratificó un plan propuesto por Javier de Burgos, secretario de estado de Fomento[12], que creaba las bases de un estado centralizado[13] dividido en 49 provincias. Todas las provincias excepto cuatro recibieron el nombre de sus capitales;[1] esas cuatro -Navarra con capital en Pamplona, Álava con Vitoria, Gipuzkoa con San Sebastián y Vizcaya con Bilbao[1]- reflejaban entidades de larga tradición y conservaron sus nombres históricos[14].
¿Cuál es la organización territorial de España?
El Estado español se organiza territorialmente en ciudades, provincias y comunidades autónomas, con autonomía para gestionar sus respectivos intereses. La Constitución reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran España y la solidaridad entre ellas.
¿Qué ocurrió en España en 1833?
La división territorial de España de 1833 dividió el país en provincias, clasificadas a su vez en “regiones históricas”.
¿Cuáles son los reinos históricos de España?
Durante los siglos XII y XIII se formaron los cuatro principales reinos cristianos de la Península Ibérica: Portugal, Castilla y León, Navarra y Aragón-Cataluña.
Historia de España
La Monarquía, en sus diferentes concepciones y modalidades, ha sido la forma de gobierno predominante o la institución que ha ostentado el máximo poder político en España y sus territorios adyacentes a lo largo de la historia. De ahí que la historia política e institucional de España, como la de otros países europeos, sea, en parte, la historia de su Monarquía y de sus reyes y reinas.
El colapso del Reino hispano-godo, debido a sus conflictos internos y a la conquista musulmana, dio lugar al proceso convencional e históricamente conocido como la Reconquista. Varios núcleos cristianos del norte peninsular, especialmente en Asturias, fundaron reinos y gobernaron monárquicamente espacios que, paulatinamente y sin tregua, fueron recuperando la península, siendo su mascarón de proa el extinto Reino Hispano-Godo y su objeto su plena restauración en el poder.
Asturias, Galicia, León, Castilla y Navarra, Aragón y los condados catalanes consolidaron sus tierras originales y extendieron sus territorios, impulsando además la creación de nuevos reinos en las regiones adyacentes. Así, la península y las islas vieron la fundación de otros reinos, como Portugal, Valencia y Mallorca. En esos siglos, la parte de la península conocida como al-Andalus fue gobernada monárquicamente, al igual que los territorios cristianos, formando en las distintas épocas el Emirato y Califato de Córdoba y, posteriormente, las Taifas.
Comunidades Autónomas de España
La división política del Reino de España está definida en la Parte VIII de la Constitución española de 1978, que establece tres niveles de organización territorial: municipios, provincias y comunidades autónomas,[1] constituyendo el primer grupo las subdivisiones del segundo, y el segundo las subdivisiones del último. El Estado[2] garantiza la realización del principio de solidaridad procurando establecer un equilibrio económico entre las distintas zonas del territorio español[2].
Las comunidades autónomas se constituyeron en ejercicio del derecho a la autonomía o autogobierno que la Constitución garantiza a las nacionalidades y regiones de España[3], al tiempo que declara la indisoluble unidad de la nación española[4]. [4] Las comunidades autónomas disfrutan de una forma de organización territorial muy descentralizada, pero basada en la desconcentración, por lo que España no es una federación,[5] ya que el Estado es superior a las comunidades y conserva la plena soberanía[5] A falta de una definición explícita en la constitución, el Tribunal Constitucional de España ha denominado a este modelo de organización territorial “Estado de las Autonomías”, para no dar a entender ningún modelo concreto[5].
Cuáles son las 5 principales regiones de España
La división territorial de España de 1833 dividió el país en provincias, a su vez clasificadas en “regiones históricas”[1] A esta división le siguió (ayudada por la entrada en vigor del Estatuto Real de 1834) la consiguiente creación de las diputaciones provinciales, instituciones de gobierno de la mayoría de las provincias, que permanecen hasta la fecha. Casi todas las provincias conservan de forma aproximada o exacta los límites de 1833[2][3][n. 1] Por el contrario, muchas de las regiones históricas corresponden a comunidades autónomas actuales[2].
Un real decreto de 20 de noviembre de 1833 ratificó un plan propuesto por Javier de Burgos, secretario de estado de Fomento[12], que creaba las bases de un estado centralizado[13] dividido en 49 provincias. Todas las provincias excepto cuatro recibieron el nombre de sus capitales;[1] esas cuatro -Navarra con capital en Pamplona, Álava con Vitoria, Gipuzkoa con San Sebastián y Vizcaya con Bilbao[1]- reflejaban entidades de larga tradición y conservaron sus nombres históricos[14].